Historia que no debe olvidarse
El Lugar donde mueres a pedradas I
El pueblito de mi abuela, se llama San Jacinto, en honor al santo de cracovia, es un lugar muy cercano a Ocotlán de Morelos Oaxaca, tiene pocos habitantes que viven (y yo mismo he vivido varias veces en mi vida) de la agricultura, y sobre todo de la venta de tortillas hechas a mano. En ese lugar cuenta la leyenda que la gente “mata a los fuereños a pedradas” esto debido a un suceso donde hubo una lapidacion de un marido adultero, del que les investigare en un futuro. Ahora si, a la historia principal:
A veces la vida… no es como quisieramos
Pero a algunos les va mucho peor.
En las garras del desempleo debido al impacto económico de la pandemia, me tocó regresar al lugar donde dicen que hubo ocotes en abundancia, pasaron unos meses en la desesperación por la falta de empleo, la monotonía y la lucha con los demonios internos cuando en una tarde llegó una noticia, un conocido de la familia falleció a causa del SARS-CoV-2, y pues no se efectuaron los ritos acostumbrados debido a la situación. Pero surgió una historia de fondo para narrar:
El señor difunto, se dedicaba a cuidar su ganado, no eran demasiados animales pero lograba ganarse la vida con ello, un día así como así, fue asaltado. Algunos tipos sin escrúpulos robaron su fuente de sustento, entre caprinos y bovinos de una sola vez lograron llevarse casi todo (desconoce quien estas líneas escribe si se levantó la correspondiente denuncia, en el pueblito donde un cracoviano es santo patrón y protector, a un lugar donde los ocotes están casi extintos. La “señora justicia” nunca llega solo la marginación y el olvido, la única forma de aspirar a que se haga una investigación como es costumbre en la punta de los Guajes es “agilizando el trámite” dando una cooperación voluntaria).
Desgraciadamente, en su desesperación el personaje de esta historia vendió los pocos animales que no pudieron sus agresores llevarse y buscando ganarse la vida partió rumbo a la ciudad capital de la punta de los Guajes. Poco tiempo después cayó enfermo víctima de la peste contemporánea falleciendo días después.
No pudo la familia hacer un sepelio como la tradición lo demanda, tampoco hubo muchos deudos presentes. La tragedia del SARS-CoV-2 ha dejado muchas historias parecidas, historias que no se contarán, solo serán estadística, tal vez. Pero en el lugar donde ya no hay ocotes y en el pueblito donde mueres a pedradas… la tristeza crece en forma exponencial.
Sí, la impotencia y la rabia calan el alma, however, poco o nada podemos los mortales hacer al respecto.
Solo esperar que no nos toque.