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Su hijo con Lujo de detalle me dijo que hacer

La sociedad de castas en el ombligo de la luna nunca terminó, y tiene sus consecuencias en la infancia.

Caminando por el mercado Juárez en el centro de Monterrey, este intento de escritor vio a un niño gordito muy incómodo y al borde del llanto. El niño cargaba una bolsa y cuidaba a su hermanita, por alguna razón los papás se notaban molestos e iban jaloneando a sus niños a pasos apurados. Una vendedora de chicles y dulces dándose cuenta de la escena le pone al niño en la mano un puño de dulces mientras le dice: “los gorditos merecen todo”. Y me vino a la cabeza un tiempo oscuro donde las palabras de la señora de los dulces no aplicaban.

Por allá del 2001 un niño gordito, atacado por las alergias, al cual no dejaban salir a rodar en su bicicleta por dos motivos: no había tiempo de ir con él, hay mucho que hacer en casa, además en la ciudad donde no crecen ocotes, es demasiado peligroso salir a la calle solo (desde siempre).

La primaria de la colonia, aún era una combinación de aulas de carrizo y lámina con algunos salones de concreto, construidos unos años atrás por el esfuerzo de los habitantes de la colonia Benito Juárez, que a punta de “quermeses”, rifas y trabajo voluntario de algunos albañiles de la colonia. Quienes levantaron los primeros salones de material a cambio de que sus hijos tuvieran en dónde estudiar dignamente.

Se dice que quien hizo mucho del esfuerzo fue la directora, una señora de carácter fuerte decían los papás, pero que se preocupaba por la enseñanza. Persona de claroscuros, que tanto se desvivió porque la escuela tuviera infraestructura, como tomó algunos recursos recaudados en cosas un tanto más… personales, y el niño gordito tuvo un par de experiencias amargas con la directora, esta es una de ellas.

En una ocasión el profesor Félix que enseñaba 3er grado por alguna razón no fue a laborar un par de días y la directora quedó a cargo del grupo. La señora con años sin dar clases quiso entretener a los niños con algunas actividades tediosas y repetitivas como copiar algún cuento del libro de lecturas en la libreta, alguna plana (porque los niños de ahora no escriben bonito como antes se decía por allá del 2001). Dado que estas tareas terminan aburriendo sobre todo a los infantes que aunque vivan siguiendo órdenes de todo adulto a su alrededor, estaban acostumbrados a cantar canciones y resolver problemas más prácticos y no tediosos (método de enseñanza usado por el maestro Félix), la situación derivó en que se escucharan gritos y desastre.

Como medida de control y rayando la desesperación la directora le dio a los niños un discurso sobre la obediencia, el respeto a los mayores, resaltando la jerarquía, el orden, la paz, los valores… todo en el nombre de Dios (aquí cabe destacar que la señora era miembro activo de la iglesia católica y también militaba en el blanquiazul, aquel partido que fue formado de aquellos cristeros que desorejaron profesores rurales, descendientes de hacendados, el sinarquismo y gente que aplaudía al señor del bigotito que mandaba quemar libros).

Entonces estimado lector, un salón de niños de entre 8 y 9 años se movían de un lado a otro limpiando el salón, las bancas, trapeando pisos, arrancando la hierba del jardín de enfrente.

Al día siguiente después de la inspección de cómo quedó la limpieza la señora directora revisó las bancas y se dio cuenta que algunas aún estaban rayadas de lápiz y las paredes presentaban aún dibujos y rayones. En medio del regaño de: “¡hagan las cosas bien!”, nuestro gordito en cuestión le dice a la señora directora: “Oiga, pero es lápiz podemos agarrar un borrador y borrarlo así bien fácil” (se para y con su goma de migajón borra un rayón de la pared). Lo que provocó un arrebato de ira en la señora directora, que llevó a nuestro personaje a un castigo de dos horas parado mirando una esquina del antiguo salón de clases que se había convertido ahora en la dirección. Así como un citatorio para la mamá del niño.

Un nuevo día llegó y la mamá atendió el citatorio, antes de la salida acudió a hablar con la directora: “Su hijo se atrevió a contestarme, con lujo de detalle y en frente de todos los otros niños.” “Me dijo que yo podía borrar la pared con un borrador de migajón…” - contaba la señora directora a la furibunda mamá del gordito. A lo cual llegando a su casa se ganó un par de cinturonazos por andarle contestando a sus mayores, cosa que en su hogar no se enseñaba. -Para que se te quite andar explicando “con lujo de detalle a tus mayores” (golpe), niño malcriado (golpe), nosotros no te enseñamos eso (golpe), nada más me dejas en vergüenza (golpe)….

El llanto duró lo que el capítulo de Pokémon que no dio tiempo llegar a ver al salir de clases. Y en su cabeza seguía preguntándose:
¿Por qué me regañan y me pegan si lo único que hice fue decirles que un dibujo de lápiz se borra con goma de migajón?

Los años han pasado, la escuela sigue ahí, el niño creció y a base de esfuerzo logró estudiar. Ahora se gana la vida resolviendo problemas y explicando todo con lujo de detalle.

New Email: Hello dear customer/boss,
The issue was replied in our test bench and it does not appear when my team did the analysis and run the last executables.
I checked your logfiles and we insert a reply block to our test and run the environment, after compare your results and ours. We noticed than in your setup the register 0x3AFD should has 0x6A to activate the ADC module that…
Best Regards.
Fatty boy.

Traducción:
Querido cliente/jefe.
Ustedes me hicieron perder tiempo y esfuerzo en analizar un módulo que mi equipo y yo hicimos de una manera que no puede fallar por causas internas. Capaciten mejor a sus testers y dejen de estar jodiendo, saludos cordiales.

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